El consumidor de carne resiste los aumentos de precios

 

Los datos oficiales sobre el consumo interno de carne vacuna reflejan una resistencia en los consumidores argentinos por dejar de comer carne.

A pesar del fuerte aumento en los precios y el deterioro que sufre el bolsillo de los argentinos, el consumo aparente de marzo (48,6kg per cápita) fue levemente superior al de marzo de 2020 (47,6kg) e, incluso, al de marzo de 2019 (48,3kg). Se acaban de conocer los números oficiales sobre el consumo de carne vacuna correspondientes al mes de marzo y sorprende ver nuevamente un saldo equivalente a 48,6kg per cápita.

Se habla de saldo, dado que el consumo interno no es una variable que se mida de manera directa como la producción o la exportación, sino que surge precisamente como saldo de estas dos estadísticas. Es por ello que, a pesar de absorber casi tres cuartos de la producción total, el consumo doméstico sigue siendo un saldo aparente que cada vez que baja enciende alarmas sobre las otras dos variables, en especial sobre la exportación.

Sin embargo, y viendo estos datos expresados en el último informe del Rosgan y el Mercado Ganadero de Rosario, la analista ganadera María Julia Aiassa, dijo que a pesar de las alarmas por la caída del consumo y, fundamentalmente, por el aumento de precios internos al que se lo asocia, “hoy vemos que el consumo aparente de marzo (48,6kg per cápita) fue levemente superior al de marzo de 2020 (47,6kg) e, incluso, al de marzo de 2019 (48,3kg), en un contexto totalmente ajeno a la pandemia”.

En ese sentido, la analista argumentó en diálogo con El ABC Rural, que el consumidor argentino está demostrando una resistencia a dejar de consumir. “Comparado con Brasil y Uruguay, nuestro país sigue conservando los hábitos de consumo a pesar de la inflación y el aumento del precio de la carne”, sostuvo Aiassa.

Soportando los precios.

Comparativamente, el consumidor argentino es el que menos ha cedido, pese al fuerte aumento que tuvo la carne al mostrador en el último año. En materia de precios, Brasil transita un proceso similar al argentino con crecimiento de la inflación y en particular con un encarecimiento de la canasta básica de alimentos. Según el Índice Amplio de Precios al Consumidor Nacional (IPC), las carnes tuvieron en 2020 un aumento de precios acumulado cercano al 18% contra una suba de los alimentos del 14% y una inflación general del 4,52%.

En términos de poder adquisitivo, los salarios mínimos fueron corregidos en un 5,26%, levemente por encima de la inflación. Por su parte, en Uruguay, aun con una inflación anual del 9,41%, tras un comportamiento dispar entre semestres, los precios de la carne bovina cerraron el 2020 con una variación negativa del 3,9% anual. Esto demuestra que no es el aumento de precios lo que explica plenamente la baja del consumo sino una combinación de varios factores.

“El consumidor argentino es por lejos el que mayor cantidad de carne vacuna ingiere anualmente, unos 5 kilos más que el uruguayo y más de 20 kilos por sobre lo consumido”, reconoció la entrevistada.

“El aislamiento ayudó a mantener el consumo”.

Resulta ocioso aclarar que son años muy particulares para nuestro país. El motivo de la pandemia ayudó a mantener el consumo en cierta manera, principalmente debido a que las familias se mantuvieron en sus hogares y consumieron más alimentos de lo normal. “La cuarentena y el regreso de las familias al hogar influyó mucho el año pasado y lo va a seguir haciendo en lo que resta de 2021”, sostuvo Aiassa.

La analista del Rosgan, confirmó que cambiaron los hábitos de consumo y se dejó de lado “ir a comer afuera” por el “comer un asado con la familia en casa”. En concreto, durante el 2020, el consumidor argentino absorbió un aumento en el precio de la carne cercano al 75%, contra un 18% que absorbió el consumidor brasilero y un 4% de baja, en el caso de Uruguay. Aun así, fue el que mayor resistencia mostró a reducir su ingesta de carne.

¿Qué pasará con el precio de la carne en el país?.

Está muy clara la inelasticidad que caracteriza esta demanda, como también está claro que este fenómeno de explosión de compras externas afectó a la mayoría de los países exportadores, que hoy se encuentran más limitados para continuar acompañando una mayor expansión. En definitiva, con un consumo doméstico fuerte -a pesar de su debilidad de compra- y una exportación firme, la tensión entre ambas fuerzas de mercado persistirá en tanto la verdadera variable de ajuste -la producción- no logre crecer de manera sostenida.

“Los precios van a seguir altos porque estamos en un proceso inflacionario muy fuerte”, sostiene la especialista ganadera. Sin embargo, opina que, a largo plazo, la solución de fondo es incrementar la producción de carne para solventar mercado interno y externo. “El sector no creció en producción en los últimos años y es preciso hacerlo para acompañar la expansión de la exportación para mejorar el saldo consumible. Esto es así. Por lo pronto los precios seguramente van a seguir en alza“, concluyó Aiassa.

Fuente: ABC Rural.







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